La vida es un continuo de elecciones constantes. Una de las decisiones más importantes que tomamos es experimentarla en solitario o en pareja.

Cuando compartimos nuestra vida con alguien se da un compromiso de unidad, que implica compartir intereses, apoyo y responsabilidades. Proyectamos con esa persona un futuro común (sueños e ilusiones, actividades, vivienda, familia, amigos, gastos..)

A veces determinadas circunstancias hacen que esta unidad se fracture y esa imagen de futuro en pareja se desdibuje.

Cuando se produce una ruptura experimentamos inevitablemente un sentimiento de pérdida que nos lleva al desequilibrio. Este sentimiento es más intenso aún, cuando la decisión de dejarlo no la tomamos nosotros. En este caso, nosotros nos sentimos abandonados y la mayoría de las veces la otra persona culpable.

Para muchas personas y puede que para ti también (dado que has llegado hasta aquí) este hecho supone un episodio cargado de estrés y de dolor. Su mundo se para temporalmente. Se sienten sin fuerzas, sin energía, pierden o aumentan de peso, experimentan insomnio..Todas estas reacciones surgen como sintomatología de emociones negativas como la tristeza, ansiedad, miedo y rabia. Estas emociones no solo son inevitables sino que es necesario atravesarlas  para un sólida adaptación a la vida sin esa persona.

Superar este estado supone recorrer una serie de fases que van desde el impacto o shock inicial tras la ruptura, hasta la aceptación o superación. Se trata de un periodo de ajuste a una nueva etapa.

La experiencia interna es muy similar a la que se siente cuando fallece un ser querido.

Fases que experimentamos cuando perdemos a alguien que queremos:

Negación: Es un mecanismo de defensa que se dispara cuando conoces que tu relación ha terminado, no te lo crees, no lo aceptas. La negación es un escudo frente al dolor.

Hay personas en esta fase que suplican a sus parejas retomar lo que tenían. Se trata de un intento de protegerse del impacto que la noticia supone. Puede durar horas o incluso días.

Los pensamientos que se asocian a esta fase son “Está enfadado/a, ya se le pasará” o “ No es consciente de lo que dice”.

Enfado e ira: Te enfadas. Realizas un análisis exhaustivo de la relación que has tenido e intentas encontrar motivos, causas y culpables. Nace la desesperanza y en algunos casos la venganza.

Los pensamientos asociados a esta etapa son: “ Y por qué ahora”, “ Con todo lo que he hecho por él/ella”.

Negociación: Anhelas la vida pasada con tu pareja. Mucho más que cuando la tenías. E intentas negociar ciertos cambios para que “tu pareja” cambie de opinión. Esta fase forma parte también del repertorio de conductas defensivas que posees.

“ No me quejaré tanto”, “No saldré tanto con mis amigos”, “ te ayudaré más en casa”, “ haremos más cosas juntos”..

Tristeza/ depresión: En esta fase tomas conciencia de que verdaderamente la relación ha terminado. Aparecen sentimientos de vacío, llanto, debilidad, soledad..

Surgen pensamientos negativos recurrentes que impiden que descanses o concilies el sueño. No tienes apetito, notas una especie de nudo continuo en la garganta que hace difícil la ingesta, normalmente esto lleva a sufrir cambios significativos de peso.

Sientes que no vas a superar la ruptura nunca, que no encontrarás una persona igual y tienes miedo a la soledad.

Caos emocional: En esta fase se dan intentos de lidiar con esa amarga tristeza de manera irracional. Sientes que tienes poco que perder y surge la necesidad de romper con todo para desconectar. Sientes la necesidad de rehacer su vida y poner tu mundo patas arriba.

Sales en exceso de fiesta con el fin de divertirse, conocer a gente o mantener relaciones sexuales. Es muy frecuente recurrir al alcohol para la desconexión o la autodestrucción. Puedes incluso plantearte la posibilidad de cambiar de trabajo, lugar de residencia o país.

Aceptación: Llegado este momento empiezas a aceptar la realidad y comienzas a convivir contigo mismo/a, cambias tu actitud. Te planteas objetivos futuros, afloran los primeros pensamientos positivos y deseos.

Superación: Esta es la fase final. Vuelve el equilibrio a tu vida. Ya has asimilado que tu relación de pareja pertenece al pasado y te quedas con los buenos momentos con esa persona. Sientes que estás preparado/a para iniciar una nueva relación.

En cada una de estas fases se experimentan distintos tipos de emociones. Es posible estancarse en alguna de ellas, retroceder, alternarlas, incluso no pasar por todas. Aunque es importante avanzar hasta la última fase para que no quede un vínculo emocional dañino entre tu expareja y tú.

Algo a tener en cuenta es que tras la ruptura se pierde la relación de pareja, no a la persona. Si hay cariño e/o intereses comunes tu expareja puede formar parte de tu entorno, ocupando un rol distinto en una etapa diferente para ambos.  Sin embargo, si es importante poner distancia física en la medida de lo posible hasta alcanzar la fase de aceptación.

Ahora que ya conoces cómo es el proceso de ruptura y sus fases, puede que sea buen momento de que veas los 16 consejos para superar una ruptura de pareja.

Si ves que te has quedado anclado o anclada en alguna de estas fases y no puedes salir de esa situación por tus propios medios, puedes pedir el apoyo de un psicólogo especializado en problemas de pareja para superarlo.