A lo largo de la vida nos vamos enfrentando a situaciones difíciles o a acontecimientos negativos a los que natural e inevitablemente respondemos con tristeza, se trata de una emoción esperable y denota en parte la importancia que concedemos a las personas o a ciertos aspectos que conforman nuestra existencia.

Pero esta reacción se convierte en un problema cuando se dilata en el tiempo y las estrategias que utilizamos para hacer frente a este problema no están funcionando o son insuficientes. Es entonces cuando la tristeza se hace más intensa y se crean actitudes pesimistas, sentimientos de culpa, baja autoestima, apatía, incluso falta de energía.

Estos sentimientos ineludiblemente causarán sufrimiento o interferencia en el desempeño de la vida cotidiana. Cuando este tipo de manifestaciones se llegan a dar, afectan considerablemente a la salud y es importante pedir ayuda a un psicólogo.

¿Qué es la depresión y cómo se manifiesta?

La depresión es un estado de tristeza en el que se deja de tener interés por la vida y es difícil disfrutar o sentir placer.

La depresión se manifiesta a partir de los siguientes síntomas:

  • Síntomas del estado de ánimo: Tristeza, sensación de irritabilidad y enfado, sensación de abatimiento, pesadumbre o infelicidad. También puede aparecer nerviosismo, ansiedad y sensación de vacío. En casos más graves incluso anestesia afectiva (incapacidad para sentir).
  • Síntomas que afectan a la motivación y a la conducta: Se produce un estado general de inhibición que suele manifestarse por apatía (pérdida de interés), abulia (pérdida de voluntad) y anhedonia (pérdida de placer). Existe una indiferencia profunda en la persona depresiva que en ocasiones le dificulta salir de casa y realizar cualquier actividad por simple que sea, y acabará provocando una inhibición conductual.
  • Síntomas que afectan al pensamiento: Se ve afectada la memoria, la atención, concentración, y velocidad mental. Estas dificultades aparecen tanto en tareas que requieren esfuerzo como en tareas más automatizadas. También se dan interpretaciones negativas en la valoración de su entorno, de las situaciones que vive, del pasado y del futuro, así como de su propia persona.
  • Síntomas físicos: Se trata de los síntomas somáticos de la depresión, alteraciones en el sueño, alteraciones en el apetito y el peso, fatiga intensa, disminución de la actividad y deseo sexual, dolores, náuseas, vómitos y crisis de vértigo.

A nivel social padecer depresión afecta de una manera bidireccional a la persona y su entorno.  Por un lado la persona pierde el interés por el entorno y por otro el entorno tiende a evitar el contacto con esa persona por las emociones negativas que se transmiten. De este modo, los síntomas interpersonales se plantean como un factor importante en el mantenimiento de la depresión.

Si te sientes identificado con los síntomas de la depresión o te encuentras en un estado de ánimo bajo que afecta a tu día a día, es momento de cambiar.

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